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CARSISMO GLACIAR POLAR: EN LAS CUEVAS MÁS FRIAS
Proyecto de exploración de las formas internas de los glaciares polares y subpolares. 0033El hielo de la Antártida y los glaciares que lo rodean el Océano Ártico a menudo tienen temperaturas muy por debajo de cero. Por lo tanto, se trata de ambientes en los que existe, excepto en raros momentos, un flujo de agua líquida.
La investigación sobre el karst glacial ha demostrado que el glaciar cambia su forma cuando la temperatura del hielo cae por debajo de 3-5 °C bajo cero.

Esto está relacionado con las propiedades del hielo. La primera es que al descender la temperatura aumenta la resistencia mecánica del hielo. Y la otra es que si el agua líquida entra en contacto con el hielo muy frío, tiende a solidificar e impedir la infiltración en profundidad.
Se forman así los horizontes de agua líquida por debajo de los cuales el hielo que se mantiene frío e impermeable. Basta que la temperatura del hielo sea un poco más alta, por intercambio de calor por conducción con el exterior, para que el agua pueda infiltrase. Esto aumenta considerablemente la velocidad de calentamiento en el interior del glaciar, y por lo tanto alterar en gran medida la mecánica del hielo e inestabilizar, potencialmente, el estado de equilibrio del glaciar.

Con hielo todavía más frío, como en la Antártida, encontramos fenómenos diferentes, en el que el papel espeleogenético está relacionado con los ciclos de sublimación, en ambientes a temperaturas de 20 °C por debajo de cero, que son actualmente la cuevas más frías hasta ahora exploradas.
Posiblemente el tema de la espeleología glacial promete grandes avances científicos y de exploración. Área geográfica : glaciares con la temperatura del hielo inferior a -5 °C : glaciares antárticos y de la costa del Océano Ártico.
Perspectivas de futuro: las perspectivas de investigación de este proyecto son muy grandes, debido a que las cuevas pueden influir directamente sobre la estabilidad de grandes áreas de hielo polar. Sin embargo, se trata de áreas muy remotas y por lo tanto con enormes problemas logísticos.

Antártida y el Ártico - Antartida 2000
La búsqueda de cuevas en los glaciares más fríos, entre brillantez, desiertos glaciares y bajísimas temperaturas.

0023Gracias a la colaboración entre La Venta, el ETSIM de Madrid y el Instituto de Geografía de la Academia de las Ciencias Rusa, fue posible realizar la primera expedición espeleológica en tierras antárticas. El 26 de Enero de 2001 llegamos a la Isla King George, en Shetland Australes. Se trata de una isla dotada de aeropuerto y relativamente cerca en la que se concentran gran parte de las bases antárticas realizadas por los estados que quieren poder declarar tener bases permanentes. Una zona que ya se está convirtiendo en la Antártida mostrable al riquísimo turismo que desea volver a casa y poder decir a los amigos: “he estado allí”. Llegan de hecho en barcos que desembarcan por algunas horas a los adinerados deseosos de comprar souvenirs y hacer fotos a los numerosos pingüinos.
Estuvimos hospedados por un día en la base rusa y después nos mudamos en un vehiculo del ejercito hacia el glaciar. El mal tiempo no nos permitía ver nada, y así, a un día de distancia de nuestro desembarco, en mitad de la tarde nos dejaron en el glaciar, en la niebla, sobre la nieve, en un lugar que hubiera podido ser perfectamente una pista alta del Sestriere con el tiempo malo. El GPS garantizaba que estábamos en la Antártida. Mmmh. Click per ingrandireMontamos el campo a 62°08.724S, 58°50.600W, 235m. SNM, en el punto donde los glaciólogos rusos han encontrado con radar la presencia de agua líquida a 50 – 80m bajo la superficie. La zona está completamente cubierta por la nieve, no es la zona habitual de ablación cársica, pero si de plena acumulación, absolutamente privada de corrimientos de agua.
Por la tarde el viento se llevo la niebla y finalmente vimos que nos encontrábamos en la dorsal de la isla, una gran cresta; delante y detrás de nosotros el mar, frente a una gran bahía al sur, con un iceberg en el centro. Todo alrededor hielo, un glaciar de más de 1300 kilómetros cuadrados, ocupando casi toda la isla. La vista es realmente impresionante.
Dedicamos los primeros días a incursiones hacia el mar, en busca de corrientes hídricas. Los desplazamientos son extremadamente problemáticos por la presencia de vastas regiones con grietas, siempre cubiertas de delgadas cornisas de nieve, a veces evidentes, a veces absolutamente no. Un par de accidentes de advertencia (el glaciar es extremadamente amable) nos convencen para avanzar sondeando continuamente la nieve, antes de apoyar los pies; luego descubriremos que no es suficiente, y acabaremos por atarnos con una cuerda con nudos de arresto y todo lo demás.
El glaciar, como un todo, pierde masa entrando directamente en el mar, con grandes desplomes (“calving”) y no derritiéndose y creando ríos. Solo al margen de los drenajes principales se llegan a formar zonas de suave pendiente con breves y pequeños torrentes, La temperatura del hielo es apenas bajo cero y los niveles de cobertura de nivale, en  cambio, cesa solo a cien metros de cota y temíamos no encontrar ninguna cueva. Pero tuvimos suerte: una zona lateral 62°09.7S, 58°51.3W, nos ofrece cuatro cuevas a cotas comprendidas entre los 15 y los 55m SNM. En sintonía con la tradición de los hallazgos patagónicos, las bautizamos con nombres de vinos, cuya elección suscita discusiones entre Piamonte y Véneto (Brunello AN1, Cabernet AN2, Barbera AN3). 0035El lado aterrador de estas cuevas es que son discretamente amplias y con un salto de acceso de decenas de metros, excepto la primera, perfectamente oculta tras un velo de nieve. Se puede ver que en aquella enésima mancha de nieve sobre el hielo hay un agujero mortal solo por el hecho de que el agua entra, pero no sale. Son trampas aterradoras.
El ultimo día de campamento fue el de clausura de las exploraciones en el sector, pero es también aquel en el que se levanto el viento de la Antártida y barre la isla con una intensidad y una constancia terrible: por más de veinticuatro horas en las bases subterráneas, más protegidas, no desciende bajo los 120 – 140 km/h. No hace frío y de hecho la luz es esplendida. Operamos con tranquilidad, pero con el temor de cómo encontraremos el campamento.
A la vuelta, de hecho, la luz del atardecer ilumina un campamento aplastado al suelo: dos tiendas desmontadas y al revés, las otras inutilizables. A fin de cuentas, el siguiente día, descubrimos que habíamos perdido muy poco, pero con el temor de un rápido enfriamiento después el atardecer nos sugiere cavar un agujero para sobrevivir. La luz radiante del sol se transforma en noche, pero el viento no cesa, ni nuestro agitado trabajo: después de un par de horas teníamos un agujero de dos metros cuadrados, cerrado con la tela de una tienda abatida y con los bastones. Nos preparamos la cena, mientras a dos palmos sobre nosotros, kilómetros cúbicos de viento partían al centro de la Antártida transfiriéndose al Norte a una velocidad espeluznante.
Pero entonces el temido enfriamiento no sucede, y pasamos una noche relativamente tranquila. Por la mañana el viento se desvanece y nosotros hacemos la última operación del programa; descender por las grietas lo más cerca posible del campamento con el propósito de encontrar agua. Inútil, no parece existir agua por allí. Por la tarde llega el vehículo a recogernos.
En los días sucesivos fuimos por mar en otra zona lateral, definiendo mejor las ideas del carsismo de este extraño lugar, e hicimos amistad con los habitantes de todas las bases, construyendo una preciosa experiencia humana.
Después un avión uruguayo nos llevo al norte, para sobrevolar el Capo Horn y a observar estupefactos una tranquila Sierra Darwin, nunca tan clara de nubes.

IDEAS:
Il carsismo nei ghiacciai (pdf 316 Kb)
Grotte e mulini glaciali (pdf 712 Kb)
Ice Caves of Terra Nova Bay, Antarctica (pdf 507 Kb)

 

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